EL CHE GUEVARA EN EL CONGO
Gabriel García Márquez
Nada ilustra mejor la duración e intensidad de la presencia cubana en África más que el hecho de que el Che Guevara mismo, en el apogeo de su vida y el pico de su fama, se fue a luchar en la guerra de guerrillas en el Congo. Dejó Cuba el 26 de abril de 1965 —el mismo día en el que envió su carta de despedida a Fidel Castro, en la que renunciaba a su cargo de comandante y todo lo que lo ataba legalmente al gobierno— viajó solo en un vuelo comercial, encubierto con un nombre falso y alterando con maestría apenas dos rasgos de su apariencia. En su bolso de mano llevaba obras literarias y una buena cantidad de inhaladores para aliviar su insaciable asma. Las horas muertas las pasaría en cuartos de hotel jugando infinitas partidas de ajedrez consigo mismo. Un tiempo después se reunió con doscientas tropas cubanas en el Congo, que habían viajado desde la Havana en un barco cargado de armas. El objetivo puntual de la misión del Che era entrenar a la guerrilla del Consejo Nacional de la Revolución, que estaba luchando contra Moїse Tshombe, esa marioneta de los ex colonialistas belgas y las compañías mineras internacionales. A Patrice Lumumba lo habían asesinado y, aunque el jefe titular del Consejo Nacional de la Revolución era Gaston Soumialot, la persona que estaba realmente a cargo de la operación era Laurent Kabila, instalado en su escondite de Kigoma, en la orilla opuesta al lago Tanganyika. Sin dudas esta situación ayudó al Che Guevara a mantener su identidad real en secreto y, para mayor seguridad, tampoco aparecía él como líder principal de la misión. Por este motivo era conocido bajo el seudónimo «Tatu», que es la palabra en swahili para el número tres.
Desde abril hasta diciembre de 1965 el Che Guevara estuvo en el Congo, no sólo entrenando a las guerrillas sino guiándolas x PASAJES DE LA GUERRA REVOLUCIONARIA: CONGO y luchando a la par de ellas. Sus conexiones personales con Fidel Castro, que han sido objeto de muchísimas especulaciones, nunca se debilitaron: ambos mantuvieron un contacto permanente y amistoso a través de un refinado sistema de comunicación.
Luego de que Tshombe haya sido derrocado, los congoleños le pidieron a los cubanos que retiren las tropas, en función de concretar un armisticio. El Che se fue así como llegó: sin espamentos. Se tomó un vuelo normal a Dar es-Salaam en Tanzania y mantuvo la cabeza enterrada en un libro de problemas de ajedrez que leyó y releyó durante las seis horas de viaje. En el asiento de al lado, su ayudante cubano trataba de esquivar las misivas del comisario político del ejército de Zanzíbar, un viejo admirador del Che que habló acerca de él durante todo el vuelo, en el intento de obtener novedades y reiterando su deseo de verlo de nuevo alguna vez.
En ese fugaz y anónimo pasaje por África, el Che Guevara plantaría una semilla que nadie podrá destruir. Algunos de sus hombres se fueron a Brazzaville a entrenar a las guerrillas para el PAIGC [Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde] (liderado en ese entonces por Almícar Cabral) y especialmente para el MPLA. Más tarde, una de estas columnas entró a Angola en secreto y, bajo el nombre «Columna Camilo Cienfuegos», se unió a la lucha contra los portugueses. Otra columna se infiltró en Cabinda para luego cruzar el río Congo e implantarse en la región de Dembo, el lugar de nacimiento de Agostinho Neto, donde la lucha contra los portugueses se había prolongado cinco siglos. Entonces, la ayuda reciente [1975–91] por parte de Cuba a Angola es el resultado no de un impulso pasajero sino de una política consistente de La Revolución cubana hacia África. En este caso, sin embargo, había un nuevo elemento dramático en la compleja decisión que tenía que tomar Cuba. Ya no era sólo una cuestión de enviar ayuda sino de embarcarse en una guerra convencional a gran escala, a más de diez mil kilómetros de distancia, con un costo económico y humano incalculable, y muchas consecuencias políticas impredecibles.
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