El Diario del Che en Bolivia

Foreword by Camilo Guevara
Introduction by Fidel Castro
Paperback
$18.95 US
On sale Jul 30, 2024 | 336 Pages | 9781644211397

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"He llegado a los 39 y se acerca inexorablemente una edad que da que pensar sobre mi futuro guerrillero; por ahora estoy 'entero'."—Che Guevara, 14 de junio de 1967

Esta nueva edición del diario del que sería el último año del Che Guevara, detalla los esfuerzos del Che por dar inicio a una insurrección guerrillera contra el gobierno militar de Bolivia. El diario fue hallado en su mochila al ser capturado por el ejército boliviano en octubre de 1967. Esta nueva revisión incluye el texto de Fidel Castro “Una introducción necesaria”, en el que saca a la luz las mentiras incluidas en una edición anterior preparada por la CIA, con el objetivo de desacreditar al Che, la expedición boliviana y a la revolución cubana misma.

El Diario de Che en Bolivia nos revela a un Che más viejo, más experimentado, con su salud mermada, distinto al juvenil y exuberante del Diario de Motocicleta escrito quince años antes, o  del implacable y maduro Pasajes de la Guerra Revolucionaria: Congo, de apenas dos años antes. Aquí habla con punzante ironía al narrar los desafíos cotidianos encarados por su pequeño grupo guerrillero, los pronunciamientos del gobierno militar, así como las acciones de la enorme fuerza militar que los atacaba. La última anotación describe el día previo a la captura del Che, apenas dos días antes de su muerte.
Nota editorial
Mapas
Prefacio Camilo Guevara
Una introducción necesaria Fidel Castro

el diario del che en bolivia

partes militares
Instrucciones para los cuadros destinados al trabajo urbano
Comunicado No. 1. al Pueblo boliviano
Comunicado No. 2. al Pueblo boliviano
Comunicado No. 3. al Pueblo boliviano
Comunicado No. 4. al Pueblo boliviano
A los mineros de Bolivia

glosario

UNA INTRODUCCIÓN NECESARIA
Fidel Castro

Era costumbre del Che en su vida guerrillera anotar cuidadosamente en un Diario personal sus observaciones de cada día. En las largas marchas por terrenos abruptos y difíciles, en medio de los bosques húmedos, cuando las filas de los hombres, siempre encorvados por el peso de las mochilas, las municiones y las armas, se detenían un instante a descansar, o la columna recibía la orden de alto para acampar al final de fatigosa jornada, se veía al Che —como cariñosamente lo bautizaron desde el principio los cubanos— extraer una pequeña libreta y con su letra menuda y casi ilegible de médico, escribir sus notas.

Lo que pudo conservar de esos apuntes le sirvió luego para escribir sus magníficas narraciones históricas de la guerra revolucionaria en Cuba, llenas de contenido revolucionario, pedagógico y humano.

Esta vez, gracias a aquel invariable hábito suyo de ir anotando los principales hechos de cada día, podemos disponer de una información pormenorizada, rigurosamente exacta e inapreciable de aquellos heroicos meses finales de su vida en Bolivia.

Esas anotaciones, no escritas propiamente para la publicación, le servían como instrumento de trabajo para la evaluación constante de los hechos, las situaciones y los hombres, a la vez que daban cauce a las expresiones de su espíritu profundamente observador, analítico, y muchas veces matizado de fino humorismo. Están sobriamente redactadas y poseen ininterrumpida coherencia desde el principio hasta el fin.

Téngase en cuenta que fueron escritas en los ratos escasísimos de descanso, en medio de épico y sobrehumano esfuerzo físico y de sus agotadoras obligaciones como jefe de un destacamento guerrillero en la difícil etapa de los comienzos de una lucha de esta naturaleza, que se desenvolvía en condiciones materiales increíblemente duras, lo que revela una vez más su estilo de trabajo y su voluntad de hierro.

En este Diario, al analizar en detalle los incidentes de cada día, se hacen constar faltas, críticas y recriminaciones que son propias e inevitables en el desarrollo de una guerrilla revolucionaria. En el seno de un destacamento guerrillero esas críticas se tienen que producir incesantemente, sobre todo en la etapa en que está constituido solo por un pequeño núcleo, enfrentado a condiciones materiales sumamente adversas y a un enemigo infinitamente superior en número, cuando el menor descuido o la más insignificante falta pueden resultar fatales y el jefe debe ser exhaustivamente exigente, a la vez que utilizar cada hecho o episodio, por insignificante que parezca, para educar a los combatientes y futuros cuadros de los nuevos destacamentos guerrilleros.

El proceso de formación de la guerrilla es un incesante llamado a la conciencia y al honor de cada hombre. El Che sabía tocar las fibras más sensibles de los revolucionarios. Cuando Marcos, reiteradamente amonestado por el Che, fue advertido de que podía ser expulsado deshonrosamente de la guerrilla, respondió: «¡Antes fusilado!». Más adelante dio su vida heroicamente. Similar fue el comportamiento de todos los hombres en los que puso su confianza y a los cuales se vio en la necesidad de amonestar por alguna u otra causa en el transcurso de la lucha. Jefe fraternal y humano sabía también ser exigente y en ocasiones severo; pero lo era en primer lugar y en mayor grado que con los demás, consigo mismo. Che basaba la disciplina en la conciencia moral del guerrillero y en la fuerza tremenda de su propio ejemplo.

El Diario contiene también numerosas referencias a Debray y evidencian la enorme preocupación que suscitó en el Che el arresto y encarcelamiento del escritor revolucionario a quien había encomendado una misión en Europa, aunque en el fondo habría deseado que aquel permaneciera en la guerrilla. Por eso manifiesta cierta inconformidad, y en ocasiones algunas dudas, sobre su comportamiento.

Che no tuvo posibilidad de conocer la odisea vivida por Debray en las garras de los cuerpos represivos y la actitud firme y valerosa mantenida por este ante sus captores y torturadores.

Destacó, sin embargo, la enorme importancia política del proceso, y, el 3 de octubre, seis días antes de su muerte, en medio de amargos y tensos sucesos, consigna: «Se escuchó una entrevista de Debray muy valiente frente a un estudiante provocador», siendo esta su última referencia al escritor.

Como en este Diario la Revolución Cubana y sus relaciones con el movimiento guerrillero aparecen reiteradamente señaladas, algunos pudieran interpretar que su publicación por nuestra parte constituye un acto de provocación que dará argumentos a los enemigos de la Revolución y a los imperialistas yanquis y sus aliados, los oligarcas de América Latina, para redoblar sus planes de bloqueo, aislamiento y agresión a Cuba.

A los que así juzgan los hechos, es bueno recordarles que el imperialismo yanqui no ha necesitado nunca de pretextos para perpetrar sus fechorías en cualquier lugar del mundo y que sus esfuerzos para aplastar la Revolución Cubana se iniciaron desde la primera ley revolucionaria promulgada en nuestro país, por el obvio y conocido hecho de que ese imperialismo es el gendarme de la reacción mundial, promotor sistemático de la contrarrevolución y protector de las estructuras sociales más retrógradas e inhumanas que subsisten en el mundo.

La solidaridad con el movimiento revolucionario puede ser tomada como pretexto, pero nunca será la causa de las agresiones yanquis. Negar la solidaridad para negar el pretexto es ridícula política de avestruz, que nada tiene que ver con el carácter internacionalista de las revoluciones sociales contemporáneas. Dejar de solidarizarse con el movimiento revolucionario no es negarle un pretexto sino solidarizarse de hecho con el imperialismo yanqui y su política de dominio y esclavización del mundo.

Cuba es un pequeño país de economía subdesarrollada, como todos los que fueron durante siglos dominados y explotados por el colonialismo y el imperialismo, situada solo a noventa millas de las costas de Estados Unidos, con una base naval yanqui en su propio territorio, que se enfrenta a numerosos obstáculos por llevar a cabo su desarrollo económico-social. Grandes peligros se han cernido sobre nuestra Patria desde el triunfo de la Revolución, pero no por ello conseguirá el imperialismo doblegarla, sin que deban importarnos las dificultades que una línea revolucionaria consecuente pueda conllevar.

Desde el punto de vista revolucionario la publicación del Diario del Che en Bolivia no admite alternativa. El Diario del Che quedó en poder de Barrientos, que de inmediato entregó copia a la CIA, al Pentágono y al Gobierno de Estados Unidos. Periodistas allegados a la CIA tuvieron acceso al documento en la propia Bolivia y sacaron copias fotostáticas del mismo, aunque con el compromiso de abstenerse, por el momento, de publicarlo.

El Gobierno de Barrientos y los más altos jefes militares tienen sobradas razones para no publicar el Diario, donde se puede constatar la inmensa incapacidad de su Ejército y las incontables derrotas que sufrieron en manos de un puñado de guerrilleros decididos que en unas pocas semanas le arrebató en combate cerca de doscientas armas.

Che describe además a Barrientos y a su régimen en los términos de que es acreedor con palabras que no podrán borrarse de la historia.

Por otro lado, el imperialismo tenía también sus razones: Che y su ejemplo extraordinario cobran fuerza cada vez mayor en el mundo. Sus ideas, su retrato, su nombre, son banderas de lucha contra las injusticias entre los oprimidos y los explotados y suscitan interés apasionado entre los estudiantes y los intelectuales de todo el mundo.

En los propios Estados Unidos el movimiento negro y los estudiantes progresistas, que son cada vez más numerosos, han convertido en algo suyo la figura del Che. En las manifestaciones más combativas por los derechos civiles y contra la agresión a Vietnam, sus retratos son esgrimidos como emblemas de lucha. Pocas veces en la historia, o tal vez nunca, una figura, un nombre, un ejemplo, se han universalizado con tal celeridad y apasionante fuerza. Es que el Che encarna en su forma más pura y desinteresada el espíritu internacionalista que caracteriza al mundo de hoy y cada vez más al de mañana…
ERNESTO GUEVARA DE LA SERNA nació en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928. Como estudiante de medicina en Buenos Aires y después de graduarse como doctor, viajó  por toda Latinoamérica. Mientras vivía en Guatemala en 1954 —durante el gobierno de Jacobo Árbenz—, se sumó a la actividad política y fue testigo de cómo ese gobierno democrático fue derrocado mediante una operación militar organizada por la CIA. Forzado a irse de Guatemala, se fue a la Ciudad de México donde entabló lazos con exiliados revolucionarios cubanos, y conoció a Fidel Castro en 1955. En noviembre de 1956 zarpó, a bordo del yate Granma, con rumbo a Cuba, como parte de un grupo en el que fungía como doctor de la tropa. La guerra revolucionaria comenzó en las montañas de la Sierra Maestra, y Che se convirtió en comandante del Ejército Rebelde, en julio de 1957. Con la victoria de los rebeldes el primero de enero de 1959, Guevara se convirtió en uno de los principales líderes del nuevo gobierno revolucionario. En septiembre de 1959 comenzó a desempeñarse como presidente del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria; en noviembre de 1959, se hizo presidente del Banco Nacional y en febrero de 1961 se convirtió en ministro de industria. Fue también uno de los principales líderes de la organización política que en 1965 se convirtió en el Partido Comunista de Cuba.

FIDEL CASTRO se desempeñó como primer ministro de Cuba tras el derrocamiento de Batista en 1959 hasta 1976; posteriormente se convirtió en presidente hasta 2008. También fungió como primer secretario del Partido Comunista de Cuba de 1961 a 2011 y fue conocido por transformar a Cuba en el primer estado comunista en el hemisferio occidental.

CAMILO GUEVARA es el hijo mayor del Che Guevara. Es coordinador del Centro de Estudios Che Guevara, un museo en La Habana dedicado a la investigación de los logros de toda la vida del Che Guevara.

About

"He llegado a los 39 y se acerca inexorablemente una edad que da que pensar sobre mi futuro guerrillero; por ahora estoy 'entero'."—Che Guevara, 14 de junio de 1967

Esta nueva edición del diario del que sería el último año del Che Guevara, detalla los esfuerzos del Che por dar inicio a una insurrección guerrillera contra el gobierno militar de Bolivia. El diario fue hallado en su mochila al ser capturado por el ejército boliviano en octubre de 1967. Esta nueva revisión incluye el texto de Fidel Castro “Una introducción necesaria”, en el que saca a la luz las mentiras incluidas en una edición anterior preparada por la CIA, con el objetivo de desacreditar al Che, la expedición boliviana y a la revolución cubana misma.

El Diario de Che en Bolivia nos revela a un Che más viejo, más experimentado, con su salud mermada, distinto al juvenil y exuberante del Diario de Motocicleta escrito quince años antes, o  del implacable y maduro Pasajes de la Guerra Revolucionaria: Congo, de apenas dos años antes. Aquí habla con punzante ironía al narrar los desafíos cotidianos encarados por su pequeño grupo guerrillero, los pronunciamientos del gobierno militar, así como las acciones de la enorme fuerza militar que los atacaba. La última anotación describe el día previo a la captura del Che, apenas dos días antes de su muerte.

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Nota editorial
Mapas
Prefacio Camilo Guevara
Una introducción necesaria Fidel Castro

el diario del che en bolivia

partes militares
Instrucciones para los cuadros destinados al trabajo urbano
Comunicado No. 1. al Pueblo boliviano
Comunicado No. 2. al Pueblo boliviano
Comunicado No. 3. al Pueblo boliviano
Comunicado No. 4. al Pueblo boliviano
A los mineros de Bolivia

glosario

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UNA INTRODUCCIÓN NECESARIA
Fidel Castro

Era costumbre del Che en su vida guerrillera anotar cuidadosamente en un Diario personal sus observaciones de cada día. En las largas marchas por terrenos abruptos y difíciles, en medio de los bosques húmedos, cuando las filas de los hombres, siempre encorvados por el peso de las mochilas, las municiones y las armas, se detenían un instante a descansar, o la columna recibía la orden de alto para acampar al final de fatigosa jornada, se veía al Che —como cariñosamente lo bautizaron desde el principio los cubanos— extraer una pequeña libreta y con su letra menuda y casi ilegible de médico, escribir sus notas.

Lo que pudo conservar de esos apuntes le sirvió luego para escribir sus magníficas narraciones históricas de la guerra revolucionaria en Cuba, llenas de contenido revolucionario, pedagógico y humano.

Esta vez, gracias a aquel invariable hábito suyo de ir anotando los principales hechos de cada día, podemos disponer de una información pormenorizada, rigurosamente exacta e inapreciable de aquellos heroicos meses finales de su vida en Bolivia.

Esas anotaciones, no escritas propiamente para la publicación, le servían como instrumento de trabajo para la evaluación constante de los hechos, las situaciones y los hombres, a la vez que daban cauce a las expresiones de su espíritu profundamente observador, analítico, y muchas veces matizado de fino humorismo. Están sobriamente redactadas y poseen ininterrumpida coherencia desde el principio hasta el fin.

Téngase en cuenta que fueron escritas en los ratos escasísimos de descanso, en medio de épico y sobrehumano esfuerzo físico y de sus agotadoras obligaciones como jefe de un destacamento guerrillero en la difícil etapa de los comienzos de una lucha de esta naturaleza, que se desenvolvía en condiciones materiales increíblemente duras, lo que revela una vez más su estilo de trabajo y su voluntad de hierro.

En este Diario, al analizar en detalle los incidentes de cada día, se hacen constar faltas, críticas y recriminaciones que son propias e inevitables en el desarrollo de una guerrilla revolucionaria. En el seno de un destacamento guerrillero esas críticas se tienen que producir incesantemente, sobre todo en la etapa en que está constituido solo por un pequeño núcleo, enfrentado a condiciones materiales sumamente adversas y a un enemigo infinitamente superior en número, cuando el menor descuido o la más insignificante falta pueden resultar fatales y el jefe debe ser exhaustivamente exigente, a la vez que utilizar cada hecho o episodio, por insignificante que parezca, para educar a los combatientes y futuros cuadros de los nuevos destacamentos guerrilleros.

El proceso de formación de la guerrilla es un incesante llamado a la conciencia y al honor de cada hombre. El Che sabía tocar las fibras más sensibles de los revolucionarios. Cuando Marcos, reiteradamente amonestado por el Che, fue advertido de que podía ser expulsado deshonrosamente de la guerrilla, respondió: «¡Antes fusilado!». Más adelante dio su vida heroicamente. Similar fue el comportamiento de todos los hombres en los que puso su confianza y a los cuales se vio en la necesidad de amonestar por alguna u otra causa en el transcurso de la lucha. Jefe fraternal y humano sabía también ser exigente y en ocasiones severo; pero lo era en primer lugar y en mayor grado que con los demás, consigo mismo. Che basaba la disciplina en la conciencia moral del guerrillero y en la fuerza tremenda de su propio ejemplo.

El Diario contiene también numerosas referencias a Debray y evidencian la enorme preocupación que suscitó en el Che el arresto y encarcelamiento del escritor revolucionario a quien había encomendado una misión en Europa, aunque en el fondo habría deseado que aquel permaneciera en la guerrilla. Por eso manifiesta cierta inconformidad, y en ocasiones algunas dudas, sobre su comportamiento.

Che no tuvo posibilidad de conocer la odisea vivida por Debray en las garras de los cuerpos represivos y la actitud firme y valerosa mantenida por este ante sus captores y torturadores.

Destacó, sin embargo, la enorme importancia política del proceso, y, el 3 de octubre, seis días antes de su muerte, en medio de amargos y tensos sucesos, consigna: «Se escuchó una entrevista de Debray muy valiente frente a un estudiante provocador», siendo esta su última referencia al escritor.

Como en este Diario la Revolución Cubana y sus relaciones con el movimiento guerrillero aparecen reiteradamente señaladas, algunos pudieran interpretar que su publicación por nuestra parte constituye un acto de provocación que dará argumentos a los enemigos de la Revolución y a los imperialistas yanquis y sus aliados, los oligarcas de América Latina, para redoblar sus planes de bloqueo, aislamiento y agresión a Cuba.

A los que así juzgan los hechos, es bueno recordarles que el imperialismo yanqui no ha necesitado nunca de pretextos para perpetrar sus fechorías en cualquier lugar del mundo y que sus esfuerzos para aplastar la Revolución Cubana se iniciaron desde la primera ley revolucionaria promulgada en nuestro país, por el obvio y conocido hecho de que ese imperialismo es el gendarme de la reacción mundial, promotor sistemático de la contrarrevolución y protector de las estructuras sociales más retrógradas e inhumanas que subsisten en el mundo.

La solidaridad con el movimiento revolucionario puede ser tomada como pretexto, pero nunca será la causa de las agresiones yanquis. Negar la solidaridad para negar el pretexto es ridícula política de avestruz, que nada tiene que ver con el carácter internacionalista de las revoluciones sociales contemporáneas. Dejar de solidarizarse con el movimiento revolucionario no es negarle un pretexto sino solidarizarse de hecho con el imperialismo yanqui y su política de dominio y esclavización del mundo.

Cuba es un pequeño país de economía subdesarrollada, como todos los que fueron durante siglos dominados y explotados por el colonialismo y el imperialismo, situada solo a noventa millas de las costas de Estados Unidos, con una base naval yanqui en su propio territorio, que se enfrenta a numerosos obstáculos por llevar a cabo su desarrollo económico-social. Grandes peligros se han cernido sobre nuestra Patria desde el triunfo de la Revolución, pero no por ello conseguirá el imperialismo doblegarla, sin que deban importarnos las dificultades que una línea revolucionaria consecuente pueda conllevar.

Desde el punto de vista revolucionario la publicación del Diario del Che en Bolivia no admite alternativa. El Diario del Che quedó en poder de Barrientos, que de inmediato entregó copia a la CIA, al Pentágono y al Gobierno de Estados Unidos. Periodistas allegados a la CIA tuvieron acceso al documento en la propia Bolivia y sacaron copias fotostáticas del mismo, aunque con el compromiso de abstenerse, por el momento, de publicarlo.

El Gobierno de Barrientos y los más altos jefes militares tienen sobradas razones para no publicar el Diario, donde se puede constatar la inmensa incapacidad de su Ejército y las incontables derrotas que sufrieron en manos de un puñado de guerrilleros decididos que en unas pocas semanas le arrebató en combate cerca de doscientas armas.

Che describe además a Barrientos y a su régimen en los términos de que es acreedor con palabras que no podrán borrarse de la historia.

Por otro lado, el imperialismo tenía también sus razones: Che y su ejemplo extraordinario cobran fuerza cada vez mayor en el mundo. Sus ideas, su retrato, su nombre, son banderas de lucha contra las injusticias entre los oprimidos y los explotados y suscitan interés apasionado entre los estudiantes y los intelectuales de todo el mundo.

En los propios Estados Unidos el movimiento negro y los estudiantes progresistas, que son cada vez más numerosos, han convertido en algo suyo la figura del Che. En las manifestaciones más combativas por los derechos civiles y contra la agresión a Vietnam, sus retratos son esgrimidos como emblemas de lucha. Pocas veces en la historia, o tal vez nunca, una figura, un nombre, un ejemplo, se han universalizado con tal celeridad y apasionante fuerza. Es que el Che encarna en su forma más pura y desinteresada el espíritu internacionalista que caracteriza al mundo de hoy y cada vez más al de mañana…

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ERNESTO GUEVARA DE LA SERNA nació en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928. Como estudiante de medicina en Buenos Aires y después de graduarse como doctor, viajó  por toda Latinoamérica. Mientras vivía en Guatemala en 1954 —durante el gobierno de Jacobo Árbenz—, se sumó a la actividad política y fue testigo de cómo ese gobierno democrático fue derrocado mediante una operación militar organizada por la CIA. Forzado a irse de Guatemala, se fue a la Ciudad de México donde entabló lazos con exiliados revolucionarios cubanos, y conoció a Fidel Castro en 1955. En noviembre de 1956 zarpó, a bordo del yate Granma, con rumbo a Cuba, como parte de un grupo en el que fungía como doctor de la tropa. La guerra revolucionaria comenzó en las montañas de la Sierra Maestra, y Che se convirtió en comandante del Ejército Rebelde, en julio de 1957. Con la victoria de los rebeldes el primero de enero de 1959, Guevara se convirtió en uno de los principales líderes del nuevo gobierno revolucionario. En septiembre de 1959 comenzó a desempeñarse como presidente del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria; en noviembre de 1959, se hizo presidente del Banco Nacional y en febrero de 1961 se convirtió en ministro de industria. Fue también uno de los principales líderes de la organización política que en 1965 se convirtió en el Partido Comunista de Cuba.

FIDEL CASTRO se desempeñó como primer ministro de Cuba tras el derrocamiento de Batista en 1959 hasta 1976; posteriormente se convirtió en presidente hasta 2008. También fungió como primer secretario del Partido Comunista de Cuba de 1961 a 2011 y fue conocido por transformar a Cuba en el primer estado comunista en el hemisferio occidental.

CAMILO GUEVARA es el hijo mayor del Che Guevara. Es coordinador del Centro de Estudios Che Guevara, un museo en La Habana dedicado a la investigación de los logros de toda la vida del Che Guevara.